miércoles, 16 de mayo de 2018

Viajes en el pasado. Amazonia: 1. Manaos y alrededores. Brasil 2011

En barca por una laguna de la Reserva del río Juma.
Después de varias entradas de jardines y plantas creo que es hora de recuperar alguno de mis "viajes en el pasado", aunque sea uno relativamente reciente. He hecho varios viajes a Brasil. Es uno de mis países preferidos, por la enorme variedad de su paisaje, de su cultura -incluidas sus preciosas ciudades coloniales- y por la alegría y hospitalidad de su gente. Brasil es un país bastante desconocido para el ciudadano español de a pie. En la información de calle ha primado los tópicos de la violencia, el Carnaval y las grandes ciudades, especialmente Río de Janeiro o Sao Paulo, como imagen del país, y Brasil es un mucho más que todo eso. Es un país inagotable y difícil de abarcar, lleno de enormes sorpresas y donde casi siempre me he sentido como en casa. La lengua y la cultura nunca han supuesto una dificultad. Al contrario. Debo reconocer que me he sentido más a gusto en Brasil que en otros países de América donde hablan el castellano, pero eso lo dejaré para otra ocasión.
 
Cerca de Manaos, "encuentro de las aguas" entre el Rio Negro y el Solimaes (Amazonas),
 cada una de un color y temperatura diferentes.
Esta entrada va de un viaje por el río Amazonas que comienza en Manaos y termina en la ciudad de Belem unas semanas después. Desde el terreno resulta difícil hablar del Amazonas como un río. Nunca sabes si el agua por el que navega el barco donde viajas es realmente el Amazonas, alguno de sus innumerables afluentes, o simplemente uno de los miles de canales paralelos o lagunas en los que se parte el río. Rara vez  ves el río en toda su anchura, esa es la realidad, y a nadie parece importarle. El Amazonas es una forma de vida y el río es tan grande y cambia de aspecto tan a menudo que, como veréis en las fotos, a veces uno no sabe si está en un puerto pesquero del cantábrico o en una playa del mediterráneo.
 
He dividido este viaje en tres partes. En la primera incluye la ciudad de Manaos y unos días en la  "Reserva del río Juma". En la segunda parte viajo en barco de Manaos a Santarém, y paso unos días en una reserva cercana: la "Floresta do Tapajos". En la ultima entrada continúo hasta Belem y termino en un merecido descanso en la preciosa "Ilha do Marajo", en la desembocadura del Amazonas. Como siempre, creo que las imágenes dirán más cosas que el texto, espero.
Teatro de la ópera de Manaos.

A Manaos, la gran ciudad del Amazonas se llega casi siempre en barco o avión. La gran capital de la Amazonía es una enorme ciudad de más de dos millones de habitantes y, pasado ya la fiebre del caucho de finales del XIX, cuando se convirtió en una de las ciudades mas ricas y modernas del planeta, intenta encontrar su camino como centro comercial y financiero de una de las regiones más vírgenes del planeta y más amenazadas por la explotación descontrolada de los recursos de la selva Amazónica. Tras largos años de abandono la ciudad ha renacido y se ha lavado la cara. Ha restaurado su gran Palacio de la Opera, ha reconvertido las mansiones de los barones del caucho en museos y, sobre todo, se está convirtiendo en un centro neurálgico para el ecoturismo en las Reservas y Parques del interior de la selva. Mientras, su gran puerto fluvial recibe trasatlánticos de lujo y un sinfín de mercancías fluyen a través de sus mercados desde el interior de la cuenca del gran  río. A pesar de todo Manaos aún conserva ese aire de "ciudad de la selva", de "lugar perdido al final del mundo" y se palpa en sus callejuelas, en el enorme ajetreo de su zona portuaria y sobre todo en la  variedad humana que pulula por sus calles y mercados.
Mapa de la gigantesca cuenca del Amazonas.

Barcos y mercancías en uno de los múltiples puertos de Manaos.

Estos barcos de dos pisos transportan continuamente gente y mercancías de un lugar a otro. El río es como una gran autopista sin peajes.



El pescado es, aparentemente,  una fuente inagotable de proteínas en los mercados del Amazonas. Algunos peces a la venta son realmente gigantescos y se venden en los mercados en trozos como si fuera carne de ternera.

 

El gran Teatro de la Opera de Manaos comenzó a construirse en 1883 y se terminó 18 años más tardes. Gran parte de los materiales, incluidos mármoles, pinturas, lámparas y mobiliario se trajeron en barco desde Europa. El interior nada tiene que envidiar a cualquier gran  teatro europeo.
Sala de espera.

Interior del teatro con lámparas de cristal de Murano.
 

Una mansión de la época del caucho convertida en museo: Casa Getulio Vargas.
 
 
 
 
Reserva del río Juma (Boca do Juma Lodge): Pasar unos días en una "lodge" en alguna de las Reservas de los alrededores de Manaos es la mejor manera de conocer de cerca el río y la naturaleza del Amazonas . Hay decenas de opciones para todos los bolsillos, incluidas algunas extremadamente lujosas. A menudo, los alojamientos están construidos sobre el agua del río o en la misma orilla, llevan el epíteto "ecológico" y tiene todo tipo de actividades para no aburrirse ni un segundo. Puedes pescar pirañas, navegar en canoa o barca de motor por el interior de la selva inundada, pasar uno o mas días durmiendo en una choza en algún lugar perdido de la selva, visitar pequeños poblados cerca del río, bañarte y observar los tímidos delfines rosados y, sobre todo, ver las inagotables puestas del sol inundando un paisaje de una belleza sobrecogedora. A esto tenéis que añadir los esquivos animales que nunca da tiempo a fotografiar, los sonidos, los olores  y el respirar inagotable de la vegetación Os aseguro que es una de las mejores experiencias que he pasado en mi vida. El mejor momento para ir es a principios de Julio, justo cuando acaban las lluvias del monzón y el sol inunda el paisaje recién lavado. Aquí os dejo una muestra de ese paisaje.

Típico "Ecolodge" a la orilla del río. Un poco más lujoso que en el que yo me alojé.


Estas barcas de madera son el método de transporte más común en toda la cuenca del Amazonas.

Paisaje encharcado con hojas de "Victoria regia".

Embarcadero y cabañas de "Boca de Juma lodge" donde pasé una semana.
 
Cabañas para los turistas.

 

Paisaje de lagunas en torno al "lodge". Pasamos horas remando de un lugar a otro en este paisaje fluvial de una asombrosa tranquilidad y belleza. 

 
 
Arboles inundados con sus frutos rojos.

También hicimos varias excursiones a pie por la selva, entre una nube de mosquitos XXL.

Una de mis compañeras fotografiando un gran ceibo.

 
 
Pasamos una noche durmiendo en  hamacas en la cabaña del fondo. No se lo recomiendo a todo el mundo. Entre los ruidos de la selva y los mosquitos es difícil pegar ojo.

Nuestro guía haciendo una barbacoa al anochecer.

Una compañera de viaje con nuestro guía, Tony.

Mis compañeros remando al atardecer.

Puesta de sol desde el embarcadero.

El río al atardecer.

Eso es una piraña que comeremos para la cena. Su carne es blanca, parecido a la dorada, aunque con mas espinas.

Puesta de sol de regreso al lodge en barca.

Una compañera sujetando un pequeño caimán.



Probando a hacer algo con caucho en un poblado.

Remando.
Reflejos en el agua.
Interminables puestas de sol.

2 comentarios:

  1. vaya pedazo de jardin ejejejej buen viaje primero asia, ahora america... ¿me adoptas? como poco jejeje Siempre me dan envidia estos viajes tuyos... Y tu jardín que sigo viendo como evoulciona... a ver si un dia saco tiempo y comento más que ando ahora con mas jaleo... o si no te escribo un email. un saludo y gracias por compartir estas experiencia e imagenes

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  2. Mario, gracias por el comentario. Viajar y jardinería van casi siempre de la mano, y yo creo que a todos los que nos gusta la jardinería también nos gusta viajar. Estos paisajes del Amazonas son algo excepcional y de una enorme belleza. Y no hace falta hacer de Indiana Jones para verlos, ni gastar un dineral. Solo se necesita tiempo y una cierta capacidad para adaptarse al medio.
    Saludos

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